mi propio tarro de basura

Friday, January 05, 2007

Esa desgracia llamada trabajo


Para muchos, trabajar es sinónimo de desgracia. Para otros tantos, es sinónimo de éxito. Y para un porcentaje no insignificante de la población, es equivalente a un orgullo; relajados sobre aquella expresión casi bíblica (si no lo es ya, en verad no lo sé), de que "el trabajo dignifica al hombre" y "has de ganarte el pan con el sudor de tu..." Como sea, para mí, tener que trabajar en el verano, es realmente una mierda. Transpirar por todos lados, encerrados en un lugar con mala ventilación, usando zapatillas o zapatos, sintiendo como tu cabeza palpita, para mí es un asco. Las vacaciones en estas fechas deberían ser obligatorias, o al menos se deberían repartir refrescos gratis (con hielito, obvio), y su merequetengue nocturno los viernes, con su roncola (o piscola pa' los tradicionalistas) bien heladita y musiqueo que acompañe. En fin, que trabajar no sea un tedio, ni mucho menos un martirio. Miren que nadie quiere ser mártir veraniego; el mártir siempre muere en condiciones paupérrimas y dramáticas, nadie se imagina un héroe cayéndose de poto en una zapatería por el calor, o derretido en una bodega, etcétera. Con todo esta lata, sólo quiero decir que odio trabajar en verano, pero que al fin es un mal necesario para todos aquellos que no tienen la gracia de recoger el dinero de unas matas (o ramas, como quiera que se imaginen la hueá).
No soy resentido ni mucho menos, sólo soy un triste eslabón más de esta enorme cadena llamada sociedad de consumo (Putas el hueón panfletero). He dicho.